Nadie, salvo los negacionistas más recalcitrantes, puede desestimar la evidencia de que la destrucción humana de la naturaleza, sus animales, vegetales y minerales, lo ha llevado todo al borde de la extinción. Pero esto no ha ocurrido de la noche a la mañana. Un punto álgido es el genocidio, hace siglos, en una época en la que los humanos estaban cortando brutalmente su conexión con la naturaleza y, como resultado, su naturaleza humana. De hecho, la palabra "humano" procede originalmente del latín humanus, relacionado con humus que significa "tierra" y seres terrenales, en contraposición a dioses (lo que hace a todos los seres más o menos iguales en virtud de ese hecho). Esta ruptura es la piedra angular de los actuales modelos de injusticia. En palabras de Hollway, la modernidad supuso la "embestida de 500 años contra las relaciones precapitalistas y animistas con el mundo natural que se produjeron en Europa a partir del siglo XV y se extendieron desde allí" (tanto en el espacio como en el tiempo).