Hace algunos años contemplé la imagen de mi muerte. Sucedió mientras esperaba en una fonda a unas amistades. Bebía chocolate cuando se aproximó una niña vendiendo mazapanes; me conmovió ver a tan diminuto ser enfrentado a la hostilidad urbana. La niña tropezó y tiró los mazapanes. Yo no prestaba atención; de forma reactiva apreté los párpados para no sentir su caída. En ese instante pude verme agonizante. No sé qué fue aquella visión, ni me importa encontrarle significados, pero me dejó la sensación de que en algún momento iba a desaparecer, al igual que todos a mi alrededor. Desde entonces perdí la capacidad de imaginarme en el futuro, lo cual tiene sus ventajas.
Por cierto, la niña fue auxiliada y continuó laborando.