El cierre de la frontera con Marruecos ha supuesto una agonía y un sufrimiento para la población, al ver cómo sus reiteradas peticiones, bien sean de trámites burocráticos o personales, o al no poder ni incluso asistir al entierro de sus seres queridos, han sido desoídas por uno de los gobiernos más progresistas de la historia de la democracia de España.