Esta manera de crear un musical, con canciones populares ya existentes, ha sido una fórmula mágica que siempre ha funcionado: no hay más que recordar Moulin Rouge (2001) de Baz Luhrmann, El otro lado de la cama (2002) de Emilio Martínez-Lázaro o Across the Universe (2007) de Julie Taymor (con canciones solo de los Beatles).