Son miles los adolescentes que desean ser como Ibai Llanos y yo no les culpo. Aparte de multimillonario, Ibai es un tipo divertido, ocurrente, simpático y con una cara de buena persona que echa para atrás. Simplemente le falta lo que algunos llamarían “conciencia de clase”. Ibai es un trabajador precario que sacrifica sus derechos a cambio de dos condiciones: que le paguen mucho dinero y que le guste lo que hace.