Cuando ve uno, semana tras semana, y año tras año, a personas de los colectivos de apoyo a Palestina, con más o menos ganas, eso nunca lo sabremos, pero constantes y firmes, ¿quién soy yo para perder la esperanza? Ni osé cantar temas cáusticos, no podía tocar, era más bien el momento de dar las gracias.