Cuando se habla de Marinaleda, ese pueblecito que no llega a los 3000 habitantes de la comarca de la Sierra sur sevillana, pronto nos viene a la cabeza nombres como el de Juan Manuel Sánchez Gordillo, «el alcalde barbudo» que ya todas conocemos. En cambio, poca gente cae en la importancia que tuvieron las mujeres, con sus cuidados, a la hora de convertir aquella utopía en realidad.